Las destartaladas unidades del transporte urbano que circulan en la capital deberían haber sido enviadas a una “huesera” desde hace años. Una gran parte de dichos vehículos no tienen asientos acolchados, la estructura de los mismos está hecha de metal mal diseñado; por ejemplo, en vez de tubos, utilizan hierro angular, etcétera. Para agregar insulto al agravio, los pilotos y sus “ayudantes” tratan a los usuarios peor que a una piara de cerdos.
Cabe preguntarse, ¿de dónde sacaron los personajes que tripulan esas unidades que existe una fila de “en medio” en los pasillos de los vetustos vehículos? Además, Los motores no están afinados y, por lo tanto, contaminan el medio ambiente. Como si eso no fuera suficiente, los conductores y sus “asistentes” emplean un vocabulario soez en grado superlativo.
Es imposible comprender por que las autoridades no les han exigido a los propietarios que reemplacen la chatarra ambulante que, eufemísticamente llaman autobuses, en vista de los miles de millones de quetzales que han recibido y reciben por concepto de subsidio.
